Lograr la autonomía de los chicos es una de las tareas más difíciles dentro de la crianza actual. Pero no es imposible. La psicóloga Cecilia López sostiene: “primero que nada, hay que mirar a nuestros hijos por quienes son ellos mismos, no como mi ‘proyección’. Respetar su propia individualidad y acompañarlo a transitar su autonomía”, señaló. ¿Como lo hacemos? Estos son sus consejos:
• A los niños hay que enseñarles la “Auto responsabilidad Emocional”: las emociones son propias, nadie me las provoca; las acciones de los demás pueden agradarme o desagradarme, pero las emociones en consecuencia son mías. Ejemplo: “me enojo porque yo quiero no porque el otro me hizo enojar”.
• Respetar el tiempo, el ritmo natural de nuestros hijos. No imponer nuestros tiempos. El niño deja el pañal cuando lo necesita, no cuando la sociedad, la maestra, la escuela o yo creo que lo tiene que hacer; tiene su propio tiempo para comer, cambiarse, bañarse, dormir, etcétera.
• Darles pequeñas responsabilidades según la edad. Indicarle que pongan algún objeto en la mesa, que pueda tender su cama; enseñarle, pero no corregirle cómo lo hacen; pedirles que me alcance algo y agradecerle, etcétera.
• Valorar sus talentos y estimularlos si el niño así lo quiere. No siempre está preparado para darse cuenta de su talento, pero puedo ayudarlo a reconocerlo y a que el niño tome la decisión de llevarlo a cabo en su vida. Si canta muy bien, ayudarlo a reconocer eso, pero no ser el adulto que ya quiere sacar un provecho de esa capacidad llevándolo a la mejor academia o a productores, sino propiciar la conciencia y el disfrute del chico sobre su talento, y las consecuencias las elegirá el mismo.
“Recordar: la infancia es sagrada y única. Quiero decir con esto que mi infancia no es la de mi hijo, simplemente por una razón: somos personas diferentes, con padres distintos. Tenemos que respetar las individualidades y leer las necesidades de nuestros hijos. Acompañarlos en su transitar de la mejor manera que podamos para cumplir el objetivo de que sean felices. Y si no sabemos cómo hacerlo, es bueno reconocerlo y pedir ayuda. Hay familiares, amigos y terapeutas que pueden colaborar”, concluyó.